martes, 7 de marzo de 2017

Una de cal y otra de arena / Sinfonía de colores

Aquí os dejamos dos crónicas del pasado curso de Octavio de la Mata y Bruno Balaguer. Como podréis leer, el curso dio mucho de sí...


Una de cal y otra de arena

Fraguando, junto con el agua, la dureza del mortero, su función, para lo que ha sido concebido y su efectividad. Algo parecido podría decirse de este curso.

El pragmatismo de Octavio es indiscutible. Sus técnicas son sinceras, desnudas de formalismos innecesarios y desprovistas de florituras. Práctico, directo y efectivo son las palabras que describen su aikido. Gestiona el centro, la distancia, un buen desplazamiento, un buen desequilibrio, armoniza con aite… pilares para un movimiento nada ostentoso, llano y terriblemente efectivo. Es capaz de transmitirte el peligro de un ataque de cuchillo y la tensión tranquila que es necesaria para poder neutralizar un ataque de esta naturaleza. Octavio es sincero en sus técnicas, y así las propone y así las pide. El ataque debe ser sincero, real, funcional y TORI debe desenvolverse del mismo modo, de forma sincera, percibiendo la seriedad de la situación pero actuando sin brusquedades, sin tensiones y con una continua sensación de control de la situación. Para este control, para esa unión con AITE es fundamental el MAI-AI, la correcta gestión de la distancia, del espacio. Hay que armonizar esa distancia con el uke. Sea cual sea la técnica que empleemos espontáneamente, la funcionalidad de la misma dependerá del adecuado posicionamiento y gestión del espacio y distancia. Más claro agua, transparente como Octavio.

Bruno por su parte hizo hincapié en el AI, la armonía con el AITE; el agresor no debe percibir que ya está derrotado antes siquiera de establecer contacto con tori, antes siquiera de decidir como va a atacar. Es tori el que realmente toma la iniciativa al establecer su ventaja con un leve desplazamiento de los pies, con un suave giro de caderas, con una ligera inversión de sus muñecas. Este pequeño posicionamiento inicial es fundamental según Bruno, y lo mas importante es que no debe ser agresivo con uke, las dos fuerzas-energías deben fundirse para arrastrar entonces a AITE hacia su derrota sin que lo perciba, hasta que ya es demasiado tarde para él. Esperar a que uke decida cómo atacar y dejarlo hacer sin tomar esa sutil ventaja inicial es un error. Y por supuesto también es un error dejar que se rompa ese escurridizo contacto y conexión con aite que debe continuar; no hay que dejar que se rompa ese “hilo” invisible que nos une a AITE y que hace que nos movamos al son con él. Es un concepto sutil y unas sensaciones de alto nivel.

Ambos maestros enseñaron que ante la diversidad de ataques con los que nos puede agreder uke, son fundamentales una breve anticipación, un adecuado reposicionamiento, una distancia adecuada (MAI-AI) y una medida sincronización con aite (AI). Pocos conceptos pero muy importantes y mucho trabajo que hacer para gestionarlos correcta y simultáneamente. Los dos se completan, son dos ángulos desde el que observar y analizar el Aikido, pero que se unen y complementan para dar efectividad a este maravilloso arte marcial.

Esperemos poder seguir disfrutando de las enseñanzas de estos dos maestros en simbiosis en Alcoy durante muchos años más.


Marco A. Montava Belda








Sinfonía de colores

Se funden a las puertas de la primavera en una misma melodía dos principios básicos y esenciales del budo, dos principios atraídos que bailan al mismo son. Dos elementos imprescindibles llevados a la práctica.

Comenzamos el estudio no sin antes adentrarnos hasta lo más profundo de nosotros mismos, interiorizando y buscando nuestra paz interior para preparar el camino.

Bruno nos apacigua, para llevar la furia intrínseca del budoka a un crecimiento personal, a un estudio individualizado con la finalidad de adherirnos a nuestros semejantes, tratándose así de una sinfonía armoniosa, deleitable a la vista, tan efectiva en la ejecución de la práctica que se puede apreciar una fusión de budokas. El ai.

Esa preparación conlleva una buena respiración, un contacto con nuestra propia alma, un ko y un kyu, un espirar y un inspirar correcto para llevar a cabo la maestría en nuestros movimientos. Tales, apreciados en la práctica de Bruno, mostrándonos el control fundamental de la respiración, la calma en sus técnicas ejecutadas con decisión, como si escribiera una sinfonía, una sonata para la orquesta, para nosotros, queriendo transmitir esa coordinación, esa velocidad y ese equilibrio que da el kokyu para tratar de llegar a ser tori y uke en un unísono armonioso.

La canción suena si entre las notas existe una buena relación entre el espacio y el tiempo, si hay armonía en la ejecución del primer movimiento, el más importante, y que nos muestra a la perfección Octavio.

La orquesta continúa labrando camino en el tatami mediante las técnicas propuestas por Octavio, que deleitan nuestros oídos en la composición donde se aprecia exactamente ese ma-ai, tan imprescindible en la práctica del budoka para no convertirnos de tori a uke en un instante.

Así, fue una práctica sin precedentes, un curso que se esfumó en un abrir y cerrar de ojos dejándonos un muy buen sabor de boca donde interpretamos lo que los directores de orquesta compusieron, fieles a su kamae analizando cada secuencia de movimientos. Un trabajo que refleja muy bien el estado de su estudio.

De esta manera y para años venideros, esperaremos la llegada cercana de la primavera para poder seguir disfrutando del compás en forma de técnica que estos dos maestros ponen a nuestra merced. Octavio de La Mata y Bruno Balaguer.


Fran Gómez.