miércoles, 27 de enero de 2016

EL ARTE DE IR AL ENCUENTRO DE UNO MISMO

     Empezó el curso con un extenso calentamiento, la minuciosidad exigida en cada gesto, la actitud mental, la constancia y el esfuerzo requerido en cada momento consiguen un encuentro contigo mismo. La importancia de estos movimientos sincronizados nos revela que no es una pérdida de tiempo, sino el inicio del auténtico combate y la semilla para encontrar la armonía con tu oponente.

      Durante esa hora no solamente se ponía a punto el cuerpo, sino que también se buscaba ese instante único durante el cual se deja de usar la mente, los deseos callan, las emociones se atenúan y… encuentras tu centro. Es entonces cuando desaparece el contra y aparece el con, aparece la larga senda hacía el SANDAN y el pulimentado del YODAN.  

En silencio, mi alma incendiada,
arde en el interior mi corazón, 
vacío y solo, mi respiración lo despierta,
 toca mi centro y lo levanta. 

     De eso trató este curso: de saber diferenciar el trabajo del SHODAN y NIDAN, donde la técnica es independiente de UKE, y es un trabajo personal y aislado de las reacciones de tu adversario el que se valora; y el de SANDAN y YODAN, donde conjugas la técnica con el ataque de tu oponente y empiezas a armonizarlo, a convertir ataque y técnica en un solo gesto, en llevarlo a tu centro y convertirlo en tuyo. Este gigantesco paso es una batalla que ha de ser ganada, y esa victoria empieza en nuestro interior.

     En todo momento intentó que olvidáramos nuestro cuerpo como un ente aislado, y  encontráramos la relación con el otro, que más que verlo lo sintiéramos, ya no es el ma-ai lo que nos interesa, sino el de-ai, la distancia de la técnica cuando se está ejecutando con un movimiento ágil  y natural, siempre adaptado al oponente. El detalle es cuidado minuciosamente para que el resultado sea una pieza excepcional.

     Cada técnica la explicó como un ejercicio interno de investigación, cuyo proceso de asimilación genera una energía, sensibilidad y lucidez, capaz de verse reflejada en nuestra técnica. Los movimientos dejan de ser esféricos para convertirse en elípticos, son más directos y con un centro más estable, con una proyección de energía constante, que consigue no sólo desviar la fuerza del ataque sino atraer a uke hacía nuestro centro.

     Bruno puso al servicio del curso su larga trayectoria marcial como si de un hilo conductor se tratase; profundizó en la evolución de la técnica, reflexionó con su gesto en la delgada pero profunda sima que separa, primer y segundo dan, del tercero y cuarto, los valores y principios que adquirimos al aceptar este reto que nos lleva a explorar la frontera del espíritu humano, llevándonos al encuentro con nosotros mismos, para de esta manera dejar una profunda huella en el sendero del aikido.

 REFLEXIÓN:

     Qué hemos aprendido en este curso y durante estos años: que caemos, pero nos levantamos, que sudamos y  aprendemos, que no hay triunfo sin renuncia, ni éxito sin sacrificio, que este es un largo camino hacia el interior y un profundo sendero para encontrar al hombre.

     El budo no se recorre con las piernas, sino con el corazón. Que en el próximo curso ese latido sea más fuerte y hasta entonces, un abrazo y gracias, muchas gracias.



X Julio Maestre.


No hay comentarios: